Detalles desconocidos de la rosca del conclave: Cómo Robert Prevost llegó a ser Papa
La elección del nuevo Papa no fue sencilla. Tras días de reuniones, debates y tensiones en el seno del Colegio Cardenalicio, Robert Francis Prevost , hasta entonces poco conocido fuera de los círculos vaticanos, logró imponerse como el nuevo líder de la Iglesia católica bajo el nombre de León XIV . El proceso, rodeado de incertidumbre y con dos candidatos fuertes en las primeras rondas, terminó coronando a un hombre de perfil bajo, pero con una habilidad única para generar consenso.
Desde el inicio del cónclave, los nombres más fuertes eran los del italiano Pietro Parolin , secretario de Estado del Vaticano, y el conservador húngaro Peter Erdő , arzobispo de Budapest. Sin embargo, las divisiones internas entre los cardenales italianos debilitaron al primero, mientras que el segundo no logró sumar apoyos suficientes entre los electores provenientes de África, América Latina y Asia, muchos de ellos nombrados por Francisco. En ese escenario, Prevost, agustino nacido en Chicago y coordinador de las reuniones previas al cónclave, comenzó a ganar terreno con discreción y firmeza.
Un consenso inesperado en medio del caos
Prevost no era inicialmente uno de los favoritos, pero su estilo dialoguista, su temperamento sobrio y su capacidad de escucha lo fueron posicionando como una figura confiable para un colegio electoral profundamente dividido. Fue designado por sorteo para colaborar en la organización de las sesiones diarias antes del cónclave, y allí dejó una impresión duradera. Según testimonios recogidos por el Corriere della Sera , varios cardenales destacaron su habilidad para facilitar acuerdos y mantener el orden sin imposiciones.
Esa percepción fue creciendo hasta convertirlo en una opción viable para romper el empate entre los otros dos principales candidatos. Su elección llegó en la cuarta votación, cuando superó los 89 votos necesarios y generó una reacción emocional sin precedentes en la Capilla Sixtina. Mientras los presentes estallaban en aplausos y lágrimas, Prevost permaneció sentado, abrumado por la noticia, hasta que otro cardenal tuvo que ayudarlo a levantarse.
Los italianos divididos y el bloque conservador que no pudo
Una de las claves del triunfo de Prevost fue precisamente la debilidad de sus competidores. Los cardenales italianos, históricamente una fuerza decisiva en los cónclaves, aparecieron fragmentados desde las primeras votaciones. La falta de unidad dentro del bloque nacional impidió que Parolin pudiera consolidarse como alternativa, pese a su experiencia diplomática.
Por otro lado, Peter Erdő, aunque contaba con el apoyo de un grupo conservador que incluía prelados africanos y europeos, no logró tender puentes con aquellos fieles al legado de Francisco. Su perfil intelectual y doctrinal rígido chocó contra la voluntad de continuidad reformista expresada por muchos miembros del colegio electoral.
Un Papa de transición entre Francisco y el futuro
Con su elección, León XIV asume un rol complejo: continuar con el espíritu de reforma iniciado por Francisco, pero sin la misma visibilidad mediática ni carisma popular. De carácter reservado y formación académica sólida, Prevost representa una Iglesia menos espectacular pero igualmente comprometida con la pastoral y la renovación institucional.
Su llegada al pontificado también marca un hito simbólico: es el primer Papa estadounidense, algo que refleja una evolución en el mapa geopolítico del catolicismo. Aunque no se espera un cambio brusco en las políticas vaticanas, sí podría haber un enfoque más contemplativo, menos confrontacional y más centrado en la unidad interna frente a los desafíos globales como la crisis climática, la pobreza y los conflictos armados.
Mientras tanto, en el interior del Vaticano, muchos aún recuerdan la ovación en la Capilla Sixtina, el silencio roto por los aplausos y la imagen de un hombre incrédulo aceptando su destino. Para la Iglesia, comienza una nueva era.
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