Gran Hermano: placa definida que acelera los corazones
La gala del martes 13 de mayo dejó en evidencia que el juego está más caliente que nunca. Con solo diez participantes en carrera, cada movimiento dentro de la casa se convierte en clave para seguir con vida en el reality. Esta semana, la placa volvió a ser negativa, lo que significa que quien obtenga mayor porcentaje en la próxima gala deberá abandonar el certamen. El clima de incertidumbre fue palpable desde el primer momento, con decisiones estratégicas, sorpresas y tensiones que marcaron un antes y un después.
La primera en ingresar al confesionario fue Sandra Priore, quien usó la espontánea y disparó tres votos contra Juan Pablo De Vigili y dos contra LucÃa Patrone. Katia La Tana siguió la corriente, sumando dos puntos a Juan Pablo y uno a Luz Tito. Selva Pérez optó por repartir sus votos entre LucÃa y Luz, mientras que Santiago Algorta, cuyos votos no contaron por la eliminación de Gabriela Gianatassio, apuntó a Ulises Apóstolo y Selva. Como capitana semanal, Luz decidió usar sus tres votos contra Lourdes Ciccarone y dos contra Selva, intentando reconfigurar un tablero ya muy delineado.
Una placa cargada de estrategia y emociones
Juan Pablo De Vigili, LucÃa Patrone, Luz Tito, Katia La Tana, Selva Pérez y Ulises Apóstolo son los nominados definitivos. Un panorama que quedó conformado luego de una ronda intensa, donde las alianzas se hicieron visibles y algunos movimientos inesperados generaron roces entre los jugadores. A esta altura del juego, el liderazgo semanal no otorga salvación ni posibilidad de modificar la placa, lo que eleva aún más la importancia del voto popular.
Tras la salida de Gabriela Gianatassio —quien recibió apenas el 2,3% de los apoyos—, el ambiente dentro de la casa cambió drásticamente. Su partida dejó al descubierto la fragilidad de su juego ante el público y terminó con una alianza silenciosa que hasta ahora habÃa mantenido cierta estabilidad. Ahora, con diez jugadores restantes, todo es más crudo. Cada decisión pesa más que nunca, y las verdaderas caras del juego empiezan a mostrarse. Afuera, el público tiene la última palabra. Adentro, los nervios suben como la temperatura de un horno listo para explotar.
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